Cómo ayudamos al niño o niña que agrede

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Detrás de la conducta agresiva de una niña o un niño acosador, es probable que exista un complejo escenario de violencia y carencias afectivas. Aunque esto no es siempre así, ni constituye una justificación para el abuso de poder, la empatía del maestro o maestra puede resultar el primer paso hacia el cambio.

Los niños y niñas que cometen acoso escolar necesitan:

  • Reconocer sus acciones.
  • Reconocer las consecuencias de sus acciones para sí mismos.
  • Cambiar su conducta para mantenerse fuera de problemas.
  • Encontrar maneras adecuadas de conseguir sus fines.
  • Reconocer las consecuencias de sus acciones para los demás.
  • Aprender a confiar en los otros y demorar la gratificación.
  • Establecer relaciones con adultos que les puedan ayudar.

Trabajemos con las creencias

En un tono no confrontativo, analicemos con los niños y niñas la forma en que juzgan a los demás, invítémoslos a ver las cosas desde varias perspectivas y reconocer que cada persona es diferente.

Reforcemos la conducta positiva

Aplaudamos cuando se muestra como un buen amigo, amiga o cuando ayuda a otros. Podemos reconocerle situaciones tan simples como esperar su turno o compartir.

Hagamos conciencia del autocontrol

Enseñemos habilidades para monitorear su propio comportamiento y desarrollar conciencia de su propia conducta. El niño o niña que agrede puede empezar pidiendo a algún amigo o amiga que aprecie, que le avise cuando está cometiendo el acoso escolar.

Recomendémosle la técnica: Parar y pensar. Es una manera de que el niño o la niña se dé cuenta del control que tiene sobre sí mismo y sus acciones. Significa darse un momento antes de hacer cualquier cosa y pensar cuáles serán las consecuencias de nuestros actos.

Promovamos el liderazgo positivo

Una forma de promover el liderazgo positivo es ayudar a que el niño o niña “sientan poder” en situaciones constructivas y de ayuda a otros. Gran parte del problema es que se aprende a ejercer poder sobre otras personas humillando e insultando a quienes se considera débiles y no se tiene la oportunidad de sentir el poder proveniente de la conciencia de ser uno mismo y de actuar constructivamente.

Como parte del proceso, y para aportar al clima escolar, se puede programar una actividad en la que ayuden a niños y niñas menores en un proyecto o que realicen una actividad en apoyo al desarrollo de la comunidad, prestando algún servicio o apoyando acciones como la reforestación, campañas de limpieza, campañas de seguridad y prevención de la violencia. Recordemos reforzar cada vez que podamos sobre la importancia de sentirse bien con uno mismo, sin agredir a otras personas.

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Actividad: Hablemos en privado con el niño o niña que agrede. Pidámosle que reflexione:
  • ¿Qué fue exactamente lo que hizo?
  • ¿Por qué se considera inadecuada esta conducta?
  • ¿A quién le hizo daño?
  • ¿Qué quería conseguir o lograr con esa conducta?
  • La próxima vez ¿qué puede hacer para conseguir esa meta sin herir u ofender a nadie?

Ofrezcámosle un espacio para hablar, si él o ella lo desea, de las situaciones que le producen enojo, tristeza o frustración.

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Actividad: Con dramatizaciones o cambio de roles se puede representar de forma grupal, escenas que ejemplifiquen conductas agresivas y no agresivas entre compañeros y compañeras. Esta será una oportunidad para poner en práctica lo reflexionado. Los mismos niños y niñas pueden dar ejemplos de situaciones que han observado o experimentado por ellos mismos en el pasado y cómo las han resuelto.