Cómo aprendemos: 7 mitos y 13 lecciones

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Niña lee en biblioteca
Aprovechemos sus cerebros para que aprendan mejor.

Stanislas Dehaene es autor de ¿Cómo aprendemos? Los cuatro pilares con los que la educación puede potenciar los talentos de nuestro cerebro.[1] En ese libro hace un recuento de los hallazgos más importantes de la neurociencias, la psicología cognitiva, la informática y la pedagogía acerca de la forma en que aprende nuestro cerebro. Con ello no solo aclara cómo opera nuestra mente, sino que nos invita a renunciar de una vez a muchos mitos sobre el aprendizaje que arrastra la pedagogía de tiempos cuando aún no podíamos estudiar con tanta cercanía la operación de nuestro cerebro y sus neuronas.

Si no leyeras otro libro este año —cosa imposible en quien se considere docente— sin duda tendría que ser este. Para alentarte, aquí encuentras un resumen de sus ideas más destacadas. El libro concluye con una compilación de mitos a despejar y lecciones indispensables para el quehacer educativo, que también resumimos aquí. Revísalos ahora, pero asegúrate de buscar y leer con detenimiento lo que nos cuenta el autor. Además de informado es ameno.

¿Qué sabes ya?[editar | editar código]

Antes de leer este resumen, revisa lo que sabes ya sobre las bases científicas del aprendizaje. ¿Qué se ha demostrado acerca de cómo funciona nuestro cerebro, cómo aprende y qué podemos hacer para potenciar su fabulosa capacidad? Lee las siguientes preguntas y selecciona las respuestas que consideres correctas. Cuando las completes selecciona el botón azul [Enviar] abajo para ver tu resultado. Repetiremos el ensayo al final. Podría sorprenderte lo que descubras.

1 Los objetivos de aprendizaje y los enunciados de competencia son guías para el docente, no para el estudiante. Es preferible decir al estudiante qué hacer.

Verdadero
Falso

2 Nuestro cerebro al nacer es como un recipiente vacío. Lo que pongamos en él determina lo que serán y lo que sabrán.

Verdadero
Falso

3 Hay que dar más instrucciones que preguntas a los estudiantes.

Verdadero
Falso

4 Falta poco para que la inteligencia artificial alcance a la inteligencia humana.

Verdadero
Falso

5 El cerebro al nacer es infinitamente maleable. Cómo se desarrolle depende solo del entorno.

Verdadero
Falso

6 Es preferible detectar pronto a los estudiantes que no se esfuerzan y darles tareas más sencillas. Algunas personas no nacen para estudiar.

Verdadero
Falso

7 Los adolescentes son perezosos porque quieren distanciarse de sus padres. Debemos levantarlos temprano para que aprendan disciplina.

Verdadero
Falso

8 Un salón de clases con muchos rótulos e información ayuda a que el estudiante absorba mucho conocimiento.

Verdadero
Falso

9 Los errores son señal de que el estudiante no se está esmerando. La disciplina contribuye a que pongan atención.

Verdadero
Falso

10 Para aprender algo, una sesión larga de estudio hace que el conocimiento se consolide, mientras que muchas sesiones cortas distraen y hacen perder el tiempo.

Verdadero
Falso

Un resumen del estado de la ciencia[editar | editar código]

Niña con hija a espaldas en canasto
Desde pequeños sabemos estimar lo que piensan los demás. Esto nos sirve para relacionarnos mejor con ellos.

La evidencia experimental muestra que los bebés al nacer ya traen mucha información sobre cómo funciona el mundo. Por ejemplo, saben que los objetos sólidos no pueden atravesarse mutuamente ni desaparecer espontáneamente. Por eso desde muy pequeños nos sorprende la magia. Otro tanto pasa con nuestro sentido numérico: traemos ya implícita una «recta numérica mental» que nos lleva a ordenar las cantidades de forma secuencial de menor a mayor. Y lo mismo pasa con las relaciones con otras personas: los bebés ya tienen una sofisticada «teoría de la mente». Desde pequeños ya hacemos estimaciones de lo que piensan otras personas. ¡Incluso especulamos acerca de lo que otros piensan sobre lo que nosotros pensamos de ellos!

En particular resulta interesante que el cerebro del bebé ya opera con probabilidades: su mente genera espontáneamente hipótesis y apuesta por cuáles resultados son más probables en una situación dada. Luego prueba para calibrar la predicción que hace su modelo mental, aprendiendo a la vez cuál modelo mejor describe cada situación, así se trate de una relación social, una situación física o una idea del lenguaje o las matemáticas, por ejemplo. ¡Son como pequeños científicos! Esto hace crítico el involucramiento activo del estudiante en el aprendizaje, pues así establece y prueba sus modelos. Por lo mismo, en general la exposición a la TV o a las pantallas de computador por sí misma no genera mucho aprendizaje: la situación pasiva del espectador no permite desarrollar, probar y validar modelos.

El cerebro está especialmente dispuesto para el aprendizaje en los primeros años de vida y hasta la adolescencia. Aunque el número de neuronas no cambia, se incrementa dramáticamente el número de conexiones entre ellas. Esto hace que en ese período los niños y niñas sean capaces de aprender de manera acelerada y fluida. Esto es muy notable en el caso del lenguaje. Para facilitar el multilingüismo es muy importante exponer a los chicos a múltiples idiomas en los primeros años de vida, pues no tienen ninguna dificultad en aprenderlos simultáneamente. Nunca dejamos de ser capaces de aprender, pero se hace más difícil con los años. Los padres de familia, los docentes y los sistemas educativos debemos priorizar los primeros años de la vida para el aprendizaje.

Además de operar en «modo de científico» para afinar los modelos mentales con que nacen, los pequeños tienen otro dispositivo de aprendizaje: cuando los adultos a su alrededor les señalan que es necesario poner atención (por ejemplo viéndolos directamente a los ojos o señalando objetos con el dedo), los niños «encienden la grabadora», por así decirlo. Entran en modo de aprendiz y absorben activamente lo que se les dice. Sin embargo, en esta situación también es muy fácil que absorban información falsa cuando un adulto los invita a poner atención y por ende bajar su «escepticismo científico». Un ejemplo benigno es la creencia en Santa Claus: los chicos creen en el cuestionable personaje navideño (¿cómo llega a todos los hogares del mundo, cómo carga todos los regalos?) porque sus padres les dicen que es información válida. Un ejemplo bastante más negativo es la forma en que los pequeños también absorben los prejuicios raciales de sus mayores. Para los docentes aquí hay un par de lecciones importantes: primero, como sabemos quienes hemos estado expuestos a un gran docente, la mitad de la batalla está ganada desde que se logra mantener la atención de los estudiantes. Segundo, que es críticamente importante que los docentes sepan bien lo que enseñan y que esto esté basado en información de buena calidad.

Niño lee perplejo
Los errores con retroalimentación específica son oportunidades clave de aprendizaje.

Una particularidad de la combinación de modelos mentales que ya trae el cerebro al nacer y de que operamos como pequeños científicos desde entonces es que la retroalimentación basada en el error es fundamental para el aprendizaje. Los errores señalan desajustes entre el modelo mental y la realidad. Lo importante es que el estudiante reciba retroalimentación pronta, precisa acerca de la naturaleza del error, y en un ambiente positivo y sin tensión. Con ello podrá aprovechar dicha retroalimentación y modificar el modelo mental correspondiente. Para la educación esto significa que la evaluación es una parte integral del proceso educativo. Pero para que funcione no basta calificar a los estudiantes (buenos, regulares o malos), sino que es necesario que la evaluación dé información que les sirva para cambiar. Por esto herramientas de evaluación como las rúbricas son tan valiosas: no solo evalúan, sino que de forma inmediata dan información útil para la mejora. También explica por qué es importante que la devolución de resultados de pruebas se acompañe de explicaciones sobre lo que se hizo bien y lo que se hizo mal. Tanto la retroalimentación sobre lo correcto como sobre lo incorrecto sirve para ajustar nuestros modelos mentales. Y finalmente, ¡explica también por qué las notas por sí solas son tan contraproducentes! Sacar 80 puntos o 50 puntos no dice nada acerca de qué se hizo bien o dónde se cometieron errores; solo contribuye a generar ansiedad y al sentido de ser un estudiante «talentoso» o un «perdedor». En ambos casos los chicos no aprenden que su nivel de esfuerzo y las modificaciones de su conducta basadas en retroalimentación son más importantes para el aprendizaje que su supuesta inteligencia innata.

Bebé duerme con idea
Cuando duermen bien... ¡aprenden!

Finalmente, la investigación neurocientífica crecientemente reconoce que el sueño tiene un papel fundamental en la consolidación de la memoria y el aprendizaje. Cuando dormimos el cerebro traslada los aprendizajes importantes de la memoria de corto plazo a la memoria de largo plazo. Por ello, entre otras cosas, conviene el repaso previo a dormir. Por eso también sirven más múltiples sesiones cortas en días distintos, antes que una sesión larga de aprendizaje o de repaso, pues así da tiempo a que el estudiante duerma entre sesiones de estudio y fije mejor lo aprendido. Siempre sobre el tópico del sueño, curiosamente los adolescentes tienen el horario de sueño corrido: no es que sean perezosos. Una medida sencilla que ayudaría mucho a su atención y aprendizaje en el contexto escolar sería iniciar el horario de secundaria más tarde que el de primaria. Nomás hay que desterrar la noción heredada que aún sostienen muchos educadores y administradores educativos.

¿Pueden las computadoras aprender como nosotros? Aún no, afirma Dehaene. La combinación de modelos preexistentes y ajuste probabilístico significa que los niños pueden generalizar a partir de muy poca información. Mientras tanto, las máquinas necesitan que se les explique todo en detalle. Para competir con nosotros primero tendrán que aprender a usar nuestra forma de aprendizaje.

Siete mitos a despejar[editar | editar código]

A partir de la revisión del estado de la ciencia Dehaene nos invita a librarnos de una serie de mitos sobre el aprendizaje, algunos de ellos muy arraigados incluso entre pedagogos, que ya no se pueden sostener a partir de la evidencia. Aquí reforzamos en cursivas también las implicaciones más obvias para la educación.

  1. Los niños no son tablas rasas. Ya desde que nacen y en el primer año vienen equipados con gran cantidad de información sobre objetos, números, probabilidades, espacio y personas. La educación debe reconocer y aprovechar esa información preexistente.
  2. El cerebro del niño no es una esponja que absorbe todo obedientemente de su ambiente. Aún las disrupciones sensoriales no evitan desarrollar conceptos abstractos. Con la adecuación necesaria, las personas con discapacidades sensoriales pueden aprender tanto como las personas sin ellas.
  3. El cerebro no es una red infinitamente maleable de neuronas. Ya al nacimiento tenemos estructuras claramente diferenciadas y la plasticidad cerebral solo ajusta las últimas conexiones. La educación debe también reconocer y respetar esas estructuras preexistentes. Un ejemplo notable son los métodos fónicos de enseñanza de la lectura, que respetan y aprovechan las estructuras cerebrales de decodificación visual y del lenguaje para enseñar a leer de forma mucho más efectiva que otros métodos que no lo hacen.
  4. El aprendizaje no ocurre por exposición pasiva. Los niños son pequeños científicos que generan hipótesis y prueban modelos que proyectan sobre el mundo exterior. La educación debe plantearles situaciones estimulantes y alentarlos al pensamiento crítico.
  5. Los errores no son señal de un mal estudiante. Los errores son parte integral del aprendizaje que permite al cerebro ajustar sus modelos cuando detecta una discrepancia entre sus modelos y la realidad. La educación debe usar la evaluación como parte del proceso de aprendizaje, debe dar retroalimentación inmediata y específica, debe evaluar en un entorno que no provoque ansiedad ni estigmatización, y debe usar métodos de evaluación que no se limiten a la entrega de calificaciones.
  6. El sueño no es simplemente descanso. El sueño es parte integral del aprendizaje en que se revisan y modelan las experiencias a ritmo acelerado. La educación debe incluir oportunidades para que los chicos pequeños duerman durante el día si lo necesitan, y debe acomodar el horario de sueño de los adolescentes.
  7. Las máquinas hoy no son capaces de superar el aprendizaje del cerebro humano. El menos por ahora sigue siendo mucho más efectivo y eficiente procesador probabilístico que extrae el máximo de información de los datos del día. Invertir en la educación sigue siendo la mejor mejor apuesta para la sociedad. Ninguna máquina va a resolver todas nuestras necesidades.

Trece lecciones para la educación[editar | editar código]

Estas son las lecciones que Dehaene extrae para los educadores.

  1. No subestimes a los niños. Desde el nacimiento cuentan con un sofisticado conjunto de habilidades y conocimientos: conceptos sobre objetos, sentido del número, habilidad lingüística, conocimiento de la psicología de las personas que son las bases para la ciencia, el lenguaje y la filosofía. Aprovéchalos.
  2. Aprovecha los períodos sensibles de desarrollo cerebral. En los primeros años se crea una miríada de sinapsis y los niños debieran a exponerse a un segundo lenguaje, entre otros conocimientos. Esto se extiende al menos hasta la adolescencia.
  3. Enriquece el ambiente. El cerebro del niño es más que un supercomputador. Debemos respetarlo y darle lo que necesita para crecer: manipulables, conversaciones serias, preguntas retadoras, diversos idiomas.
  4. Supera el error de pensar que hay estilos distintos de aprendizaje. Todos los circuitos y reglas de funcionamiento cerebral son muy parecidos. Las diferencias están más en lo que sabemos en un momento dado y por esto el diagnóstico es muy importante.
  5. Pon atención a la atención. La atención es la puerta del aprendizaje. Debemos capturar la atención del niño y dirigirlo a lo que necesita si queremos que aprenda. Hay que evitar clases con distractores.
  6. Mantén a los niños activos, curiosos, involucrados y autónomos. Un estudiante pasivo aprende muy poco. Despierta su curiosidad e involucra su inteligencia.
  7. Haz que cada día en la escuela se pueda disfrutar. Los circuitos de recompensa cerebral son moduladores esenciales de la plasticidad cerebral. Más que el premio material, son las sonrisas, el aliento y la percepción del progreso propio. Debemos eliminar la ansiedad, especialmente en matemáticas.
  8. Alienta el esfuerzo. ¨Placer¨ no significa ¨sin esfuerzo¨ y puede llevar a los niños a pensar que si no es fácil será por que son tontos. Adopta una mentalidad de crecimiento, no una mentalidad fija.
  9. Ayuda a los estudiantes a profundizar su pensamiento. Siempre apunta al aprendizaje profundo.
  10. Fija objetivos de aprendizaje claros y asegúrate que los estudiantes los conozcan claramente. Los estudiantes aprenden mejor cuando tienen claro el objetivo del aprendizaje, saben lo que se espera de ellos y pueden mantenerse enfocados en ello.
  11. Acepta y corrige los errores. Nuestro cerebro necesita mensajes de error para ajustar sus modelos mentales. No castiguemos el error, pero corrijámoslo tan pronto como sea posible con retroalimentación precisa y sin crear ansiedad.
  12. Practica regularmente. No basta aprender una vez. Hay que consolidar lo que se aprende para hacerlo automático, inconsciente y reflexivo. La práctica espaciada —múltiples sesiones breves en vez de una sola sesión larga— es la mejor estrategia.
  13. Deja que los estudiantes duerman. El sueño es una parte esencial del aprendizaje. Dejemos que los niños duerman largo y profundo. El repaso de un problema inmediatamente antes de dormir es una buena práctica. Y los adolescentes necesitan dormir más tarde: tienen el horario corrido.

Cuatro lemas para adoptar[editar | editar código]

Cuatro lemas de Stanislas Dehaene para el aprendizaje
Cuatro lemas para grabar en nuestra mente y la de nuestros estudiantes.

Dehaene nos invita a sintetizar el estado de la ciencia en cuatro lemas para reproducir con los estudiantes, pero también para tomar muy en serio como educadores, como administradores educativos, en el diseño de políticas y, por supuesto, también en el hogar:

  1. Plena concentración.
  2. Participa en clase.
  3. Aprende de tus errores.
  4. Practica cada día, aprovecha cada noche.

¿Cómo aprovechar lo que hemos leído?[editar | editar código]

Ahora regresa a la prueba y repítela. ¿Qué sabías ya? ¿Qué cosas nuevas aprendiste?

No basta con que estés al día con el estado de la ciencia que nos resume Stanislas Dehaene en su libro. ¿Cómo vas a traducirlo en tu aula y tu escuela? Saca balance de lo que necesitas hacer para incorporar activamente los hallazgos científicos en tu quehacer. Aprovecha estas preguntas:

  • ¿Cómo puedes desarrollarte como un docente más efectivo, que sepa captar y mantener la atención de sus estudiantes? ¿Cuáles son tus principales debilidades en esto?
  • Proponte usar más preguntas con tus estudiantes. ¿Cómo puedes retarlos a pensar con mayor profundidad?
  • ¿Aún usas un lenguaje y un pensamiento que reconoce más el «talento» que el esfuerzo? ¿Qué necesitas hacer para moverte hacia una mentalidad de crecimiento y alentarla también en tus estudiantes?
  • ¿Sabes si tú o tu escuela aún usan métodos de enseñanza —especialmente en la lectoescritura inicial, pero también en las matemáticas y otras áreas curriculares— que no reconocen o no respetan las estructuras de la mente? ¿Aún piensan que hay estilos distintos de aprendizaje? ¿Cómo pueden actualizarse juntos? Recuerda que en este sitio puedes encontrar recursos de desarrollo docente, especialmente para la lectoescritura, como las guías Enseñanza de la comprensión lectora y Aprendizaje de la lectoescritura que te darán una base muy sólida para la práctica. Organiza con tus colegas un club de lectura docente y lean y discutan cada semana un capítulo del material.
  • ¿Cómo puedes hacer de tu aula y de tu escuela un entorno de aprendizaje más activo? Recuerda que aprendizaje activo no implica movimiento físico, sino que involucramiento liderado por el estudiante en el aprendizaje.
  • Subraya con tus estudiantes que hay que practicar para perfeccionar. Empieza con la lectoescritura, porque sus competencias abren la puerta a todo el resto del aprendizaje. Proponte garantizar que todos tus estudiantes sean lectores competentes, y para eso ofréceles muchas oportunidades de practicar la lectura y la escritura.
  • ¿Cómo puedes hacer que el aula, la escuela y el aprendizaje sean experiencias más positivas y de disfrute? ¿Cómo puedes colaborar con tus colegas en esto?
  • ¿Cómo puedes ayudar a los padres de familia de tus estudiantes y a tus colegas a crear entornos que alienten la curiosidad y alimenten el pensamiento crítico? ¿Cómo puedes enriquecer el entorno del aula y la escuela sin que distraigan del aprendizaje?
  • ¿Cómo puedes mejorar las oportunidades para que los estudiantes con discapacidades sensoriales tengan las mismas oportunidades en tu aula y tu escuela?
  • ¿Dependes aún mucho de evaluaciones numéricas (dar notas) sin información para los estudiantes? ¿Qué necesitas hacer para adoptar métodos de evaluación más efectivos como parte el aprendizaje? Consulta la guía de Herramientas de evaluación en el aula si necesitas más ideas.
  • Comparte tu planificación educativa con tus estudiantes. ¿Cómo puedes ayudarlos a tener claro qué se espera que aprendan en el año, cada mes, cada semana y en cada período? Ahora también encuentras en este sitio una guía para planificar usando los recursos que tenemos aquí.
  • Promueve un clima y una cultura de retroalimentación. Invita a tus colegas, a la dirección escolar y a tus propios estudiantes a darte retroalimentación sobre tu desempeño docente, y a la vez enseña a tus estudiantes a pedir y dar retroalimentación sobre sus propios aprendizajes. Abre tu aula a tus colegas o a la dirección de tu centro, que vean lo que haces y den recomendaciones sobre tu docencia. Deja que tus estudiantes vean que tú también pides y recibes evaluación para mejorar.
  • ¿Cómo puedes asegurar que tus estudiantes duerman lo necesario y apropiado a su edad? Organiza tu planificación educativa para que los conocimientos se desarrollen en múltiples sesiones intercaladas, antes que en sesiones únicas de longitud excesiva.
  • ¿Cómo puedes involucrarte en abogar para que tus autoridades escolares, municipales y nacional, y también los partidos políticos, pongan más atención a la educación, especialmente a la educación inicial y preprimaria? Recuerda: la política educativa es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos.

El autor[editar | editar código]

Stanislas Dehaene
Stanislas Dehaene

Stanislas Dehaene es un investigador de origen francés, notable por sus estudios sobre las bases neuronales de la lectura, la cognición numérica y la conciencia. Desde 2017 es profesor en el Collège de France y, desde 1989, director de la Unidad INSERM 562, "Neuroimagen cognitiva". Cuenta con una maestría en matemática y un doctorado en psicología experimental.[2] Otras publicaciones suyas incluyen Aprender a leer: De las ciencias cognitivas al aula[3] y El cerebro matemático: Cómo nacen, viven y a veces mueren los números en nuestra mente[4].

Notas[editar | editar código]

  1. Dehaene, Stanislas (2019). ¿Cómo aprendemos? Los cuatro pilares con los que la educación puede potenciar los talentos de nuestro cerebro. Buenos Aires. Siglo XXI Editores. Disponible en versión impresa o digital desde Amazon.
  2. Colaboradores de Wikipedia. Stanislas Dehaene [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2020 [fecha de consulta: 20 de diciembre del 2020]. Disponible en <https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Stanislas_Dehaene&oldid=129486447>.
  3. Dehaene, Stanislas (2015). Aprender a leer: De las ciencias cognitivas al aula. Buenos Aires. Siglo XXI Editores. Disponible en versión digital en Amazon.
  4. Dehaene, Stanislas (2007, 2016). El cerebro matemático: Cómo nacen, viven y a veces mueren los números en nuestra mente. Buenos Aires. Siglo XXI Editores. Disponible en formato impreso y digital en Amazon.

Término utilizado, a menudo, como un saber hacer. Se suele aceptar que, por orden creciente, en primer lugar estaría la habilidad, en segundo lugar la capacidad, y la competencia se situaría a un nivel superior e integrador. Capacidad es, en principio, la aptitud para hacer algo. Todo un conjunto de verbos en infinitivo expresan capacidades (analizar, comparar, clasificar, etc.), que se manifiestan a través de determinados contenidos (analizar algo, comparar cosas, clasificar objetos, etc.). Por eso son, en gran medida, transversales, susceptibles de ser empleadas con distintos contenidos. Una competencia moviliza diferentes capacidades y diferentes contenidos en una situación. La competencia es una capacidad compleja, distinta de un saber rutinario o de mera aplicación.

Conjunto de sonidos articulados con que el hombre manifiesta lo que piensa o siente (DRAE). Facultad que sirve para establecer comunicación en un entorno social, se le considera como un instrumento del pensamiento para representar, categorizar y comprender la realidad, regular la conducta propia y de alguna manera, influir en los demás.

Espacio vital en el que se desarrolla el ser humano. Conjunto de estímulos que condicionan al ser humano desde el momento mismo de su concepción.

Capacidad o destreza para hacer algo bien o con facilidad.

Identificación de una enfermedad a partir de sus síntomas. También: acción y efecto de recoger y analizar datos para evaluar problemas de diversa naturaleza.

Término introducido por Le Boterf, entendido como los conocimientos, procedimientos y actitudes que es preciso emplear para resolver una situación. Unos son recursos internos, que posee la persona, tales como conocimientos, procedimientos y actitudes

Proceso mecánico mediante el cual se aprende a representar palabras y oraciones con la claridad necesaria para que puedan ser leídas por alguien que tenga el mismo código lingüístico. La escritura es la representación gráfica de nuestro lenguaje.

En el continuo de coaching es el rol de ser muy directo y enseñar, mostrar, guiar, etc.