Caracterización de los niños y niñas de 4 a 6 años

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El Nivel de Educación Preprimaria recibe niños y niñas que atraviesan el final de una de las crisis propias del desarrollo. Se les ha llamado así, Crisis del desarrollo, porque durante ellas se produce un enfrentamiento entre las posibilidades psicológicas y fisiológicas del niño y de la niña en crecimiento y la forma como reaccionan.

Se da, entre niños y niñas una alta impresionabilidad y emocionalidad debido a que el proceso de mielinización, que consiste en el recubrimiento de los nervios por una capa de mielina, evita que se produzcan descargas eléctricas e influye en que tanto niños como niñas puedan tener períodos de concentración cada vez más largos. Dicho proceso no ha concluido, lo cual provoca ciertos desequilibrios en sus reacciones. La relación entre el desarrollo físico-motor, de la actividad nerviosa superior y de la actividad psíquica es tan estrecha, que fácilmente se observan transformaciones en breves períodos y la incidencia de numerosos períodos de sensitividad, lo cual da lugar a que se establezca un sistema de demandas cuya característica principal es que los niños y niñas confronten la aparición de necesidades nuevas e intereses. También se puede observar una marcada necesidad de relación estrecha con el adulto, tanto desde el punto de vista emocional como cognoscitivo.

Los niños y las niñas amplían sus posibilidades de relación con el surgimiento de los sentimientos de colectividad, asumen una actitud solícita hacia los menores, se humanizan y sensibilizan, se entristecen cuando los otros y las otras están tristes. Los hábitos de cortesía alcanzan mayor complejidad: piden por favor y dan las gracias, saludan y se despiden, comparten sus juguetes y ayudan a los demás. Curiosamente, esto es lo que les permite participar en diferentes tipos de actividades.

Ante esas “crisis” se ha descubierto que hay actividades que propician ese desarrollo más que otras por lo que se les ha denominado “actividades rectoras”. Se ha comprobado que el juego de roles es la actividad rectora por excelencia en esta etapa de crecimiento.

Permite integrar todos los tipos de acción educativa y presenta, por sus características, el conjunto más deseable de condiciones educativas que pueden encontrarse: es motivador y placentero, garantiza la actividad de los niños y las niñas, es variado -esto permite integrar todas las modalidades de aprendizaje-. Facilita el aprendizaje social y permite todo tipo de relaciones entre iguales y entre seres humanos que pertenecen a diferentes grupos etéreos. Además, permite el intercambio de roles y funciones.[1] p.28

También se intensifica una proyección hacia el estudio; niños y niñas pueden concentrarse en la tarea de empezar a buscar su propio lugar en el mundo: se expresan, se comunican, experimentan, descubren, imitan, repiten en diferentes contextos y situaciones. Desarrollan nuevas técnicas intelectuales. El pensamiento visual por medio del cual logran representar mentalmente imágenes de los objetos que los rodean, es característico de esta etapa del desarrollo. 

Referencias[editar | editar código]

  1. Castillejo, J. L. (1989).

Crecimiento o aumento en el orden físico, intelectual o moral.